David contra GoliatLa historia de David y Goliat es muy interesante. Se trata sobre la lucha de un pequeño israelita llamado David contra un gigantesco filisteo de nombre Goliat. David fue a enfrentarlo sin armadura ni espada, solamente llevaba consigo una hondilla y un para de piedras escogidas con anterioridad. Goliat se reía del chico, pues le parecía absurdo que no llevara armas ni protección. Pero el gigante no sabía que esa hondilla y esas piedras, que le parecían insignificantes, serían las armas que matarían su cuerpo terrenal.
En esta historia hay algunos puntos que se pueden rescatar para describir la realidad que vivimos en estos momentos. Los gigantes dominan a los más pequeños, o sea los poseen el poder económico, los considerados ricos, dominan a los pobres; también, se puede ver cierto tipo de marginación hacia los diferentes, pues los fariseos no deseaban tratar de iguales a los israelitas, sino que los querían tener de esclavos, los querían explotar y tenerlos bajo su entero control. Esto último me parece uno de los temas más obvios en la actualidad, pero de los más olvidaos por la gente.
Las personas marginan, discriminan a ciertos grupos de seres humanos, por el simple hecho de ser diferentes, de tener ideas, características, rasgos distintos a los predominantes. Esta discriminación ha sido evidente a lo largo de la historia humana, pero quizás por ser tan evidente, de ser tan obvia, muchas personas la pasan desapercibida, bien dicen que lo que esta frente a nuestras narices es lo último que vemos.
Un claro caso de discriminación es el hecho por los ladinos hacia los indígenas, estos últimos que son nuestros antepasados. Este tema que es parte de nuestra historia, pero que muchas veces ignoramos. Por tal motivo, me parece adecuado ejemplificar el tema de la marginación utilizando la historia de este pueblo.
El indígena es un personaje que a lo largo de la historia siempre, o casi siempre, ha aparecido como el marginado, el que no se toma en cuenta en la toma de decisiones, al que hay que dejar de lado, ese que no importa si vive o muere.
La marginación de este sujeto, se puede evidenciar desde que se decidió conformar la nación salvadoreña. El indígena fue excluido de este proceso, al igual que de otros de índole social, político y económico. En el momento en que se tomó la iniciativa de formar la nación salvadoreña, el indígena no fue tomado en consideración como un actor más de este proceso de construcción de nación.
En el proceso de establecimiento de nación, un papel muy importante lo jugaron las tierras, o sea el territorio que se habitaba, ya que en un primer momento las riquezas provendrían de trabajar, explotar la tierra. Por tal motivo, la principal tarea que debían cumplir los ladinos, en el menor tiempo posible, fue quitarles las tierras a los indígenas, pues ellos tenían bajo su cuidado tierras muy fructíferas. El indígena no fue el único afectado por la expropiación de territorio, también el campesino se llevó la sorpresa de perder sus lugares de habitación.
Anastasio Aquino fue el principal actor que defendió a capa y espada los derechos de su pueblo, estos derechos que fueron ignorados por los ladinos, quienes se valieron de acuerdos legislativos, como el de 1881 dictado por Rafael Zaldívar para robarles las tierras a indígenas y campesinos. Durante las luchas venideras, los indígenas fueron brutalmente reprimidos, han muerto miles de personas tratando de defender los derechos humanos de esta etnia.
En 1992, la Asociación Nacional de Indígenas Salvadoreños (ANIS), hizo sentir su fuerza y su voz, pero no llegaron a convertirse en un movimiento social que influyera en la toma de decisiones del país.
El estado salvadoreño no posee medidas determinadas para la protección y conservación del pueblo indígena. CONCULTURA debería preocuparse más por este tema, pero desafortunadamente no tiene políticas claras hacia dicho pueblo.
En la historia bíblica de David contra Goliat, el pequeño israelita derrotó al gigante fariseo. Pero en la historia del indígena, la marginación que sufre por su mismo pueblo salvadoreño, es una lucha que, por el momento, está perdiendo, aunque una victoria no solo depende de él, sino de lo que hagamos todos, como nación salvadoreña, para permitirles vivir y actuar libremente en la sociedad, sin discriminación ni menosprecio.